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Blog del Dr. Daniel Martín Fernández-Mayoralas. Neurología. Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo y Hospital Universitario Quirónsalud Madrid

  • TDAH y estilo de vida

    El estilo de vida son los intereses, las opiniones, los comportamientos y las orientaciones de un individuo, grupo o cultura (Adler, A. The Case of Miss R The Interpretation of a Life Story, Routledge, New York).

    TDAH y estilo de vida

    Los niños con TDAH tienen casi el doble de probabilidades de tener un estilo de vida menos saludable, incluso después del ajuste por edad, sexo, cociente intelectual, uso de medicamentos para el TDAH , ingresos del hogar o trastornos psiquiátricos comórbidos. Wassenberger et al. exploró el impacto de los síntomas del TDAH en la salud y el estilo de vida de más de 1000 adultos checos. Encontró que los síntomas del TDAH se asociaban a una dieta poco saludable y al consumo de cannabis. Otros factores clásicamente asociados al trastorno en la edad adulta como el abuso de otras drogas como la cocaína o la nicotina no fueron significativos.

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    TDAH y diferentes opciones de estilo de vida

    Las razones por las que las personas con TDAH pueden sufrir de un estilo de vida menos saludable pueden deberse a la relación entre TDAH y:

    • Los mecanismos cerebrales de recompensa

    • La motivación

    • El propio déficit de atención

    TDAH y obesidad

    La percepción sobre el TDAH es la de que son individuos hiperactivos con una gran energía, que no deberían tener sobrepeso, sin embargo, un estudio de registro sueco de más de 2,5 millones de participantes demostró que los individuos con TDAH tenían un riesgo tres veces mayor de obesidad en comparación con los que no tenían TDAH, así como con familiares (hermanos y primos) sin TDAH5. Un metanálisis encontró que, en comparación con las personas con un desarrollo típico, los niños y adolescentes con TDAH (no medicados) tenían un 20% más de probabilidades de tener sobrepeso u obesidad. En el caso de los adultos con TDAH no medicados, el 50% tenía más probabilidades de tener sobrepeso u obesidad.

    TDAH y consumo de alcohol

    Un metanálisis con más de 20 000 participantes encontró que el TDAH se asoció con una probabilidad dos veces mayor de trastornos por consumo de alcohol.

    TDAH y consumo de agua

    Whalen et al., observando el comportamiento de adolescentes con niveles bajos, moderados y altos de TDAH, vieron que aquellos con menos síntomas de TDAH eran más propensos a beber zumos, leche o agua (22.1% versus 17.9%) y menos a beber gaseosas azucaradas (6.8% versus 10.4%).

    TDAH y ejercicio

    Holton y Nigg informaron que (según encuestas hechas a los padres) los niños con TDAH tendían a hacer menos ejercicio (el 35% hacían ejercicio durante más de 7 horas en una semana) que los niños sin TDAH (49%) Mecurio et al estudiaron la actividad física de niños estadounidenses, dividida en dos categorías (diario versus no diario), según la recomendación de la Academia de Pediatría. Los niños con un diagnóstico de TDAH tenían un 21% de razón de probabilidad ajustada más baja de participar en actividades diarias de actividad física que los niños sin TDAH. Además, los niños con TDAH tenían menor probabilidad de añadir días adicionales de ejercicio en comparación a aquellos sin un diagnóstico de TDAH. Se han mostrado resultados similares para el ejercicio en adultos con TDAH.

    Interacciones entre el TDAH y los estilos de vida

    El consumo ocasional intenso de alcohol en la edad adulta temprana se asocia con mayor riesgo de aumentar de peso y pasar a tener sobrepeso/obesidad. En un estudio de cohorte holandés, los síntomas del TDAH a los 6 años se asociaron con un puntaje de calidad de la dieta más bajo a los 8 años, existiendo una relación entre los síntomas del TDAH y la calidad de la dieta (pero no al revés). Las asociaciones no se diferenciaron por el estado de sobrepeso o entre niños y niñas. Un estudio de población a nivel nacional utilizando el Registro Sueco de Gemelos identificó casi 18.000 gemelos que completaron una encuesta basada en la web que examinaba la relación entre los subtipos de inatención e hiperactividad/impulsividad y hábitos dietéticos. Ambos subtipos de TDAH tenían más probabilidades de comer alimentos con alto contenido de azúcar y descuidar las frutas y verduras, pero la relación se estableció con la falta de atención, siendo no significativo para la hiperactividad/impulsividad.

    Intervención - Farmacológica

    TDAH y obesidad

    Mellstrom et al mostraron una disminución en las puntuaciones de desviación estándar del índice de masa corporal (IMC) a los tres años de tratamiento farmacológico del TDAH. La disminución fue beneficiosamente mayor en niños con sobrepeso/obesidad en comparación con niños con peso normal. Esto sugiere que la medicación (metilfenidato, LDX, atomoxetina…) puede facilitar un peso favorable y menor obesidad durante el desarrollo de los niños con TDAH. Un metanálisis mostró que los adultos no medicados con TDAH tenían un 40 % más de probabilidades de ser obesos que la población general. La medicación para el TDAH, además, no se asocia con una mayor tasa de abuso de sustancias, incluyendo el alcohol. En el estudio de Chang et al, en realidad, la tasa de abuso de sustancias durante 2009 fue un 31 % más baja entre los que recibieron medicación para el TDAH en 2006, incluso después de controlar los tipos de tratamiento y otras covariables. Además, cuanto mayor sea la duración de la medicación, menor será la tasa de abuso de sustancias. Se sugirieron reducciones de riesgo similares entre los niños, confirmadas cuando se investigó la asociación entre la medicación estimulante para el TDAH y el abuso concomitante a corto plazo. Para terminar, advertir que otro tipo de terapias, como mindfulness o el tratamiento cognitivo conductual, pueden ser muy útiles y con frecuencia tan necesarias como el tratamiento farmacológico, que hacer ejercicio físico es esencial en todo niño y adolescente, y aún más si padece TDAH.

  • Los hábitos (II parte)

    Los hábitosLos hábitos

    Continuamos nuestra charla sobre los hábitos de la mano de Sandra Igiel Casado, psicóloga general sanitaria y psicopedagoga.

    D.M. Sandra, siempre se habla de la procrastinación como un problema humano, pero, ¿sabes si este comportamiento se da también en animales?

    S.I. Es interesante que lo preguntes, porque sí, se ha estudiado. Un ejemplo claro es el estudio de Mazur en 1996, titulado "Procrastinación en palomas"; en este experimento las palomas preferían retrasar una tarea más exigente en el tiempo, y en su lugar realizar una más sencilla de inmediato.

    Esto demuestra que la procrastinación no es exclusiva de los humanos, sino que está basada en principios básicos de aprendizaje y motivación que compartimos con otras especies.

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    D.M. ¡Qué curioso! Entonces, ¿qué nos enseña este estudio sobre la procrastinación en general?

    S.I. Nos enseña que este comportamiento está profundamente ligado a cómo evaluamos el esfuerzo y las recompensas en función del tiempo. Tanto los humanos como otros animales tendemos a evitar tareas que percibimos como difíciles, incluso si ello significa asumir una mayor carga más adelante. Esto se debe a que nuestro cerebro, y el de otros organismos, prioriza gratificaciones inmediatas sobre beneficios a largo plazo.

    D.M. ¿Podría decirse que la procrastinación tiene una base evolutiva?

    S.I. Absolutamente, desde una perspectiva evolutiva evitar un esfuerzo inmediato puede haber sido útil en ciertas situaciones para conservar energía. Sin embargo, en el contexto moderno, donde las demandas son diferentes, esta tendencia puede volverse problemática.

    D.M. Es interesante cómo un comportamiento tan cotidiano puede explicarse desde un punto de vista tan básico.

    S.I. Sin duda. Este tipo de investigaciones nos recuerda que muchos de nuestros comportamientos tienen raíces comunes con otras especies, y que entenderlos desde esta perspectiva, puede darnos una visión más completa y libre de juicios sobre por qué actuamos como lo hacemos.

  • Los hábitos (I parte)

    Para este post hemos contado con la inestimable colaboración de Sandra Igiel Casado, psicóloga general sanitaria y psicopedagoga con una sólida formación académica y más de 15 años de experiencia profesional en el ámbito de la psicología educativa. Cuenta con especializaciones en TDAH, intervención logopédica y trastornos de la conducta alimentaria.

    Desde 2014, Sandra desempeña un papel fundamental en el Centro CADE, donde su labor se enfoca principalmente en proporcionar apoyo educativo y terapéutico a niños y adolescentes que enfrentan desafíos como el TDAH y dificultades de aprendizaje, incluyendo la dislexia. A lo largo de su trayectoria, ha desarrollado su labor en diversos entornos, desde instituciones educativas hasta consultas especializadas, lo que le ha permitido desarrollar una perspectiva integral y versátil en su enfoque terapéutico.

    Ha complementado su formación con cursos en técnicas de estudio, regulación emocional e intervención en impulsividad y agresividad, así como con un Máster en Coaching y Psicología Personal. También ha participado en investigaciones relacionadas con la promoción del apego seguro, ampliando su experiencia y sus conocimientos en áreas clave del desarrollo infantil y juvenil.

    Es una profesional comprometida y apasionada por el ámbito educativo, con un enfoque holístico e interdisciplinar y una vocación por potenciar el aprendizaje y bienestar de los niños y adolescentes con los que trabaja.

    Con la ayuda de Sandra, abordaremos un tema fundamental en el desarrollo humano: los hábitos. Son aquellas acciones que realizamos sin pensar, de manera casi automática, que hemos incorporado a nuestra rutina diaria y que forman parte fundamental de la vida cotidiana: madrugar, cepillarnos los dientes, hacer ejercicio, mirar el móvil, comer, etc.

    Pero no todos los hábitos son iguales. Existen buenos hábitos, aquellos que nos ayudan a avanzar y nos acercan a nuestros objetivos, pero también hay malos hábitos, que nos mantienen estancados o nos alejan de lo que realmente queremos lograr en la vida, como la procastrinación: un mal hábito.

    Los hábitosLos hábitos

    D.M. Efectivamente. Uno de los malos hábitos más comunes es la procrastinación, ¿pero en qué consiste exactamente?

    S.I. La procrastinación es la acción de postergar actividades que deben atenderse (como tareas importantes o urgentes), reemplazándolas por otras irrelevantes, placenteras o agradables. Cuando este comportamiento se vuelve recurrente, se transforma en un hábito perjudicial que puede afectar negativamente nuestra productividad y bienestar general.

    Contrariamente a lo que muchas personas creen, la procrastinación no es un problema de pereza o de mala gestión del tiempo. Es una reacción negativa que surge al enfrentar tareas que percibimos como demasiado exigentes, monótonas o aburridas (estudiar a diario, realizar un proyecto largo, etc.). En su lugar, las sustituimos por otras menos importantes (pasar los apuntes a limpio, hacer las portadas de los cuadernos de las asignaturas, etc.) con el objetivo de sentirnos productivos. El problema radica en que estas actividades no aportan valor significativo y, al final, nos falta tiempo para hacer lo que realmente importa.

    D.M. ¿Podemos identificar algunas causas que favorezcan este hábito?

    S.I. Sin duda existen factores desencadenantes, como el entorno, un ambiente desorganizado o lleno de distracciones puede dificultar la concentración en una tarea. La falta de confianza en nuestras habilidades puede llevarnos a evitar tareas que consideramos difíciles o fuera de nuestro alcance. El exceso de confianza nos lleva a pensar que podemos hacerlo todo en el último minuto. La falta de energía y motivación puede llevarnos a postergar la tarea en cuestión.

    D.M. ¿Existen diferentes tipos de procrastinadores?

    S.I. Las personasproclives a procrastinar pueden encuadrarse en cinco grupos diferentes:

    • El perfeccionista: siempre busca la perfección y se estresa porque nada parece estar lo suficientemente bien.
    • El soñador: vive en un mundo de fantasía y sueños, pero no toma medidas concretas para alcanzar sus metas.
    • El generador de crisis: cree que trabaja mejor bajo presión y tiende a dejar las cosas hasta el último minuto.
    • El atormentado: siente que la vida no vale la pena y posterga las tareas para evitar enfrentar la realidad.
    • El sobrecargado: abarca mucha responsabilidad y no sabe decir NO. Lleva muchas mochilas y, al final, no puede con todo, por lo que va aplazando las tareas.

    D.M. ¿Podemos decir que la procrastinación es un ciclo que discurre por diferentes etapas?

    S.I. Efectivamente, cuando procrastinas, tu mente discurre por diferentes fases:

    - En primer lugar, te autoimpones una obligación: tu mente te dice "tengo que ponerme a estudiar".

    - A continuación, tu mente busca protegerte y anticipa el sufrimiento "si me pongo a estudiar lo voy a pasar mal y me voy a cansar".

    - Comienza el período de negociación: ¿y si estudio mañana?

    - Llegando así a la fase de aplazamiento.

    - Puedes experimentar un placer a corto plazo por posponer la obligación.

    - Dando paso a la fase de culpa: "otro día que no estudias".

    - Convirtiéndose finalmente en un hábito cuando se repite este ciclo.

    D.M. ¿Y cuál es la consecuencia más inmediata de este "bucle de la procrastinación"?

    S.I. Disminuye tu autoestima, haciendo que no te sientas capaz.

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