Quirónsalud
Blog del Dr. Daniel Martín Fernández-Mayoralas. Neurología. Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo y Hospital Universitario Quirónsalud Madrid
En este post vamos a tratar el tema del miedo en niños y adolescentes y su causas. En el próximo culminaremos el capítulo con una serie de consejos para la familia.
El miedo forma parte de las emociones básicas orientadas a promover la supervivencia, puesto que alerta sobre los posibles peligros. En el caso de los niños, además, el miedo les otorga cierto poder sobre los adultos, al ser utilizado para verificar hasta qué punto están disponibles, a veces de forma inconsciente y, otras, conscientemente.
Otra función esencial del miedo es la de potenciar nuestra autonomía, la de permitirnos la adaptación a distintos contextos y, por consiguiente, la de reforzar nuestra autoestima. Por supuesto, consigue aumentar nuestra prudencia y nos hace desarrollar estrategias de solución de problemas y, con ello, impulsa nuestro pensamiento abstracto.
Por consiguiente, el miedo es una emoción "normal". De hecho, en los primeros años de vida, los niños viven muchos miedos, racionales e irracionales, que forman parte de su evolución. En esos momentos, es necesario hacerles ver que se trata de algo natural que también sentimos nosotros, los adultos; de esta forma, les enseñamos a afrontar sus temores y les mostramos nuestra comprensión, haciéndoles sentir más seguros y fuertes.
Las causas del miedo
Siempre en relación con la familia, conviene entender los mecanismos que propician la aparición de la emoción que nos ocupa, siempre con la finalidad de conseguir superarla:
"¿Se "contagia" el miedo de padres a hijos? ¿Se aprende? ¿Es hereditario?" La respuesta a todas estas preguntas es afirmativa.
Existen miedos con bases muy genéticas, como la hematofobia (fobia a la sangre); también hay niños que imitan la inseguridad de sus padres… Por supuesto, el miedo puede ser también una respuesta a una experiencia traumática propia o ajena. Así es, podemos sentir temor tras una situación traumática vivida por otra persona, por observación (aprendizaje vicario).
Los niños no aprenden muy a menudo de lo que se les dice, sino a partir de lo que se hace en su entorno, en función de su temperamento e intereses personales.
De todas formas, los miedos van cambiando a la vez que las circunstancias sociales también cambian. Tener miedo no significa ser miedoso, va ligado a una determinada circunstancia o a un determinado factor desencadenante. El niño tiene que tomarse el tiempo necesario para encontrar su propia manera de encararlo.
Para terminar, sólo recordar la cita: "no es más valiente el que no tiene miedo, sino el que, teniéndolo, se enfrenta a él".
Miedos normativos infantiles en función de la edad
EDAD |
SITUACIONES ATEMORIZANTES |
0 – 6 meses |
Pérdida física de soporte (base de sustentación), ruidos fuertes. |
7 – 12 meses |
Miedo a personas extrañas, miedo a los objetos que surgen de súbito e inesperadamente. |
1 año |
Separación de los padres, retrete, heridas, personas extrañas. |
2 años |
Multitud de situaciones que incluyen ruidos fuertes (aspiradoras, sirenas, alarmas, camiones, tormentas, etc.), animales (Ej. Perros grandes), una habitación oscura, separación de los padres, objetos o máquinas grandes y cambios en el entorno personal. |
3 años |
Máscaras, oscuridad, animales, separación de los padres. |
4 años |
Separación de los padres, animales, oscuridad, ruidos (incluyendo los nocturnos). |
5 años |
Animales, separación de los padres, oscuridad, gente "mala", lesiones corporales. |
6 años |
Seres sobrenaturales (fantasmas, brujas, etc.), lesiones corporales, truenos y relámpagos, oscuridad, dormir o estar solos, que entre alguien en casa, separación de los padres. |
7 – 8 años |
Seres sobrenaturales, oscuridad, miedos basados en sucesos aparecidos en los medios de comunicación, estar solos, lesiones corporales. |
9 – 12 años |
Exámenes escolares, rendimiento académico, lesiones corporales, aspecto físico, miedos sociales, truenos y relámpagos, muerte, oscuridad (en porcentaje pequeño). |
Como vemos en la tabla anterior, los miedos a la separación de los padres son los más habituales, más típicos de niños con temperamento algo ansioso, sobre todo entre los tres-cuatro y los cinco años. A veces bastante más tiempo.
Sobre los seis o siete años, evolucionan al temor a la oscuridad (que puede estar presente desde los 4-5 años), a dormir solo, a monstruos y vampiros, a ladrones…
Sin embargo, en ocasiones, el miedo es excesivo, bien por su intensidad, bien por su frecuencia o por su duración; deja de ser una ventaja evolutiva para convertirse en una traba a la hora de adaptarnos a las distintas situaciones. Suele acompañarse, entonces, de sintomatología fisiológica intensa (sudoración, taquicardia, temblores, sensación de ahogo…), de pensamientos negativos referentes a nuestra incapacidad para hacerle frente, de evitación y escape de aquellas circunstancias que tememos.
En estas circunstancias, lo mejor es pedir ayuda de un profesional, el psicólogo, para evitar que el problema se cronifique. Para el resto de los miedos, presentaremos algunos consejos en el siguiente post.
* Post elaborado con la colaboración de Charo Campos, especialista en neuropsicología infanto-juvenil, directora del Centro Cogniciona
Gracias por su comentario Beatriz.
Existe la posibilidad de terapia conductual y técnicas de relajación y tensión muscular, aunque es cierto que normalmente lo que hacemos es educar y prevenir enseñando al niño y a la familia sobre los síntomas del síncope, algunos ejercicios de respiración y de relajación, amén de acudir a algún sitio que esté familiarizado con niños para hacer la extracción y estar acostado cuando se les saca sangre, dado que tampoco son tantas veces. En casos en los que hay que sacar por alguna enfermedad severa, sangre de forma repetida, se puede administrar algún tipo de fármaco, aunque no es seguro que funcione, dado que se trata de un síncope debido a algo muy específico y no siempre responden.
Un saludo,
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