Artritis psoriásica
¿La artritis psoriásica es una enfermedad grave? Toda la información sobre este trastorno y su pronóstico.
Síntomas y causas
La artritis psoriásica, o psoriasis reumatoide, es una enfermedad caracterizada por la inflamación de las articulaciones y asociada a la psoriasis, un trastorno inflamatorio de la piel que cursa con brotes de erupciones rojizas y escamosas.
Generalmente, la artritis aparece años después de que se manifieste la psoriasis, aunque también puede ocurrir a la vez o incluso antes. La artritis psoriásica forma parte de las espondiloartropatías, un conjunto de enfermedades reumáticas que comparten características clínicas, genéticas y radiológicas. Tanto la artritis psoriásica como la psoriasis son enfermedades crónicas, autoinmunes e incurables que alternan brotes sintomáticos con periodos de remisión.
Atendiendo a las partes del cuerpo donde se manifieste, se distinguen tres tipos de artritis psoriásica:
- Artritis psoriásica axial: afecta a la columna vertebral. Es el tipo menos frecuente.
- Artritis psoriásica periférica: se manifiesta en las articulaciones periféricas, principalmente las manos y los pies.
- Artritis psoriásica mixta: combina las dos formas anteriores.
Asimismo, la artritis puede ser oligoarticular, cuando afecta a un máximo de cuatro articulaciones, o poliarticular, cuando son más de cuatro las articulaciones dañadas.
Síntomas
La artritis psoriásica tiene síntomas comunes con la artritis reumatoide, aunque no presenta los anticuerpos característicos de esta. Entre los síntomas frecuentes se encuentran:
- Erupciones psoriásicas: parches de piel rojiza, escamosa e inflamada que aparecen a menudo en el cuero cabelludo, los codos y las rodillas. En casos raros, la artritis psoriásica se manifiesta sin síntomas cutáneos.
- Inflamación, dolor y calor en las articulaciones, principalmente en las articulaciones distales de los dedos de las manos y los pies, aunque también puede afectar a las caderas, las rodillas y la columna vertebral. Suele aparecer de forma asimétrica, es decir, afecta más a un lado del cuerpo que al otro, aunque también puede presentarse de forma simétrica.
- Dactilitis o «dedos en forma de salchicha»: hinchazón de todo el dedo debido a la inflamación de las vainas tendinosas de los músculos flexores.
- Entesitis: inflamación dolorosa de los tendones o ligamentos en el lugar donde se adhieren al hueso alrededor de las articulaciones. Afecta especialmente al talón de Aquiles y a la planta del pie.
- Dolor lumbar: la artritis psoriásica axial causa la inflamación de las articulaciones entre las vértebras de la columna.
- Rigidez en las manos.
- Lesiones en las uñas: pueden presentar pequeñas hendiduras, romperse o separarse del lecho ungueal.
- Conjuntivitis o uveítis: inflamación de la membrana entre el párpado y el globo ocular o de la capa entre la retina y la esclerótica, respectivamente. Esta última puede llegar a causar la pérdida permanente de la visión.
Causas
La artritis psoriásica es una enfermedad autoinmune que se produce porque el sistema inmunitario ataca por error células sanas del organismo, provocando la inflamación articular y el resto de síntomas. No se conoce la causa última de esta respuesta inmunitaria errónea, aunque se considera una combinación de varios factores:
- Factores genéticos: las espondiloartropatías están asociadas al gen HLA B27, aunque no aparece en todos los casos.
- Factores ambientales: se cree que una infección viral o bacteriana, un traumatismo, la obesidad o el estrés, entre otros factores, pueden desencadenar la artritis psoriásica en personas con tendencia hereditaria.
Factores de riesgo
La posibilidad de padecer artritis psoriásica aumenta en estos supuestos:
- Presencia de psoriasis: aproximadamente el 30 % de los pacientes con psoriasis desarrollan artritis.
- Antecedentes familiares.
- Edad: se manifiesta más frecuentemente entre los 30 y los 35 años.
- Antecedentes de infecciones como el VIH, la faringitis estreptocócica o infecciones de las vías respiratorias superiores.
Complicaciones
En algunos casos, la artritis va acompañada de la destrucción de los huesos y las articulaciones de los dedos de manos y pies (artritis mutilante), lo que deriva en deformidades y puede suponer una discapacidad permanente. Además, la artritis psoriásica es un factor de riesgo para otras enfermedades, como la hipertensión, el síndrome metabólico, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.
Prevención
Al tratarse de un trastorno autoinmune de causa desconocida, no es posible prevenir eficazmente la artritis psoriásica. No obstante, es posible actuar contra los factores ambientales que suelen desencadenarla para tratar de retrasar su aparición o mitigar sus síntomas:
- Evitar el tabaco y el alcohol.
- Mantener un peso saludable.
- Tratar de reducir el estrés.
- Descansar y dormir lo suficiente.
- Protegerse contra las infecciones, mediante vacunaciones y medidas de higiene.
¿Qué médico trata la artritis psoriásica?
La artritis psoriásica se diagnostica y se trata en la unidad de Reumatología.
Diagnóstico
Confirmar la artritis psoriásica puede resultar complicado, ya que no existe ninguna prueba específica para la enfermedad, y no siempre coexisten los síntomas cutáneos y los articulares. El diagnóstico se basa en lo siguiente:
- Examen físico: las manifestaciones características de la enfermedad, como la inflamación de las articulaciones distales de los dedos y las deformidades, son claves para el diagnóstico, especialmente si existen antecedentes familiares y personales de psoriasis.
- Los análisis de sangre pueden ayudar a descartar otras enfermedades. Se puede observar un incremento de los reactantes inflamatorios (velocidad de sedimentación, proteína C reactiva...), anemia moderada y elevación del ácido úrico
- Análisis del líquido sinovial: mediante una aguja, se extrae líquido de una de las articulaciones afectadas. La presencia de cristales de ácido úrico es indicativa de que se padece gota en lugar de artritis (aunque es posible padecer los dos trastornos al mismo tiempo).
- Radiografías: las imágenes tomadas por ultrasonidos permiten evaluar las deformaciones y el daño articular.
- Resonancia magnética: esta prueba toma imágenes detalladas de los tejidos blandos utilizando ondas de radio y campos magnéticos, por lo que se usa para estudiar el estado de los tendones y ligamentos.
Tratamiento
La artritis psoriásica no tiene cura, por lo que su tratamiento se enfoca en controlar los brotes y aliviar los síntomas. Las opciones habituales son:
- Tratamiento farmacológico:
- Antiinflamatorios no esteroideos: reducen la inflamación y alivian el dolor articular en casos de artritis leve.
- Agentes biológicos: fármacos compuestos por organismos vivos, principalmente anticuerpos, que actúan sobre el sistema inmunitario.
- Inhibidores del factor de necrosis tumoral (anti-TNF): anticuerpos monoclonales que limitan la actividad de la proteína que promueve la inflamación y la fiebre en la respuesta inmune del organismo.
- Inhibidores de las interleucinas: bloquean la actividad de unas proteínas elaboradas por los leucocitos que participan en la respuesta inflamatoria del cuerpo.
- Inhibidores de células T: actúan contra unas células mediadoras de la respuesta inmune celular.
- Fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FAME): estos medicamentos, como el metotrexato o la sulfasalazina, actúan contra el sistema inmune retrasando la progresión de la artritis. Pueden tener efectos secundarios como daño hepático, infección pulmonar o supresión de la médula ósea.
- Modificadores sintéticos de la enfermedad con diana específica (FAME-e): estos fármacos, como el apremilast, actúan modificando la respuesta de las células inflamatorias. Se usan como alternativa cuando el resto de tratamientos no son una opción o no han dado resultados.
- Infiltraciones con esteroides: se inyectan directamente en las articulaciones afectadas para reducir la inflamación.
- Terapia de rehabilitación: la fisioterapia y el ejercicio moderado de bajo impacto pueden aliviar el dolor y mejorar la calidad de vida.
- Tratamiento de las lesiones cutáneas psoriásicas: reducen la erupción y alivian el picor.
- Tratamiento tópico: aplicación de cremas, geles o aceites que pueden contener diversas sustancias, como esteroides, análogos de la vitamina D, ácido salicílico, antralina, retinoides o inhibidores de la calcineurina.
- Fototerapia: exposición a cantidades controladas de luz natural o artificial.
- Tratamientos quirúrgicos:
- Cirugía protésica: en casos muy avanzados, la articulación afectada puede reemplazarse por una prótesis artificial. Suele realizarse en la cadera y la rodilla.
- Sinovectomía: si se produce rotura de tendones o la inflamación articular crónica no se resuelve con los tratamientos habituales, se puede extirpar la membrana sinovial, ubicada dentro de la cápsula que rodea la articulación. Esta técnica solo se aplica en casos excepcionales.