Síndrome metabólico

¿Cuáles son las consecuencias del síndrome metabólico? Toda la información sobre este trastorno: causas, síntomas y tratamientos.

Síntomas y causas

Se denomina síndrome metabólico a un grupo de trastornos fisiológicos, bioquímicos y metabólicos que, en conjunto, incrementan el riesgo de sufrir una enfermedad cardiaca, un accidente cerebrovascular y diabetes tipo 2. También se denomina síndrome de Reaven, síndrome metabólico X o síndrome de resistencia a la insulina.

Los trastornos que conforman el síndrome metabólico son los siguientes:

  • Obesidad central: exceso de grasa concentrada en la zona abdominal (el llamado cuerpo con forma de manzana).
  • Hipertensión arterial.
  • Dislipidemia.
  • Hiperglucemia, generalmente asociada a una resistencia a la insulina.

El síndrome metabólico es una afección cada vez más frecuente que se está convirtiendo en un grave problema de salud pública.

Síntomas

El síndrome metabólico no siempre manifiesta síntomas externos, más allá del exceso de grasa abdominal. No obstante, sí presenta signos claros en un análisis clínico:

  • Circunferencia de la cintura: igual o superior a 102 cm en los hombres e igual o superior a 88 cm en las mujeres.
  • Presión arterial alta: valores iguales o superiores a 130/85 mmHg.
  • Niveles elevados de triglicéridos: a partir de 150 mg/dL.
  • Niveles elevados de lipoproteínas de baja densidad (LDL): iguales o superiores a 100 mg/dL.
  • Niveles bajos de lipoproteínas de alta densidad (HDL): por debajo de 40 mg/dL en los hombres y de 50 mg/dL en las mujeres.
  • Niveles elevados de glucosa: igual o superior a 100 mg/dL en ayunas. Si los niveles son muy altos, se pueden presentar algunos síntomas:
    • Visión borrosa.
    • Aumento de la sed.
    • Aumento de la micción, especialmente de noche.
    • Cansancio y debilidad.

Causas

El síndrome metabólico se asocia a dos factores principales que actúan uno sobre el otro: el sobrepeso y la hiperinsulinemia (resistencia a la insulina). Las células grasas del cuerpo, especialmente las del abdomen, aumentan la concentración de los ácidos grasos libres, cuyo exceso interfiere con la respuesta a la insulina, la hormona encargada de la absorción de la glucosa por parte de las células para utilizarla como fuente de energía. Así, las células desarrollan una resistencia a la insulina y el cuerpo necesita producir más para que la glucosa se absorba y descienda su nivel en sangre. Pero un exceso de insulina en el torrente sanguíneo puede elevar las lipoproteínas LDL y los triglicéridos, disminuir las lipoproteínas HDL, dificultar la eliminación de las grasas de la sangre, aumentar la presión arterial e incrementar la coagulación.

Asimismo, el exceso de células grasas hace que el sistema inmunitario libere ciertas proteínas que producen una respuesta inflamatoria en el organismo. La inflamación, a su vez, causa resistencia a la insulina, estrechamiento de los vasos sanguíneos, formación de placa arterial e hipertensión.

Factores de riesgo

Las probabilidades de desarrollar un síndrome metabólico aumentan en estos supuestos:

  • Antecedentes familiares de síndrome metabólico, diabetes o sobrepeso.
  • Edad: el riesgo aumenta con la edad.
  • Sexo: es más frecuente en las mujeres, especialmente tras la menopausia.
  • Diabetes gestacional: suele tener como consecuencia la macrosomía fetal, es decir, un tamaño del recién nacido muy superior a lo normal. Esto aumenta el riesgo de desarrollar síndrome metabólico en la infancia.
  • Dieta hipercalórica, rica en grasas y colesterol.
  • Sedentarismo.
  • Consumo excesivo de alcohol.
  • Tabaquismo.
  • Trastornos del sueño: apnea, insomnio o alteraciones del ritmo circadiano.
  • Síndrome del ovario poliquístico.
  • Trastornos del sistema inmunitario.
  • Enfermedad del hígado graso no alcohólico.
  • Enfermedad renal crónica.
  • Estrés crónico.

Complicaciones

Como se ha mencionado, el síndrome metabólico es un factor de riesgo importante para desarrollar enfermedades graves. La resistencia a la insulina asociada al síndrome puede derivar en una diabetes tipo 2, mientras que la hipercolesterolemia y la hipertensión contribuyen a la formación de placa en las arterias, estrechándolas, endureciéndolas e incluso llegando a obstruirlas y a interrumpir el riego sanguíneo, lo que puede provocar un ataque cardiaco o un accidente cerebrovascular, dos condiciones que suponen un riesgo severo para la vida.

Prevención

La forma más eficaz de prevenir el síndrome metabólico es llevar un estilo de vida saludable:

  • Realizar ejercicio físico regularmente, preferiblemente a diario.
  • Limitar o evitar las grasas saturadas, las grasas trans, el azúcar y la sal.
  • Aumentar el consumo de frutas, verduras, proteínas magras, legumbres y cereales integrales.
  • Evitar el tabaco.
  • Limitar el consumo de alcohol.

¿Qué médico trata el síndrome metabólico?

El síndrome metabólico es evaluado y tratado por especialistas en medicina interna, cardiología y endocrinología.

Diagnóstico

Para el diagnóstico del síndrome metabólico se realiza un examen clínico donde se mide el contorno abdominal del paciente, se hace un análisis de sangre y se toma la presión arterial. Para confirmar el síndrome, se tienen que cumplir al menos tres de los siguientes criterios:

  • Perímetro de la cintura igual o superior a 102 cm en hombres y 88 cm en mujeres.
  • Presión arterial igual o superior a 130/85 mmHg.
  • Nivel de triglicéridos igual o superior a 150 mg/dL.
  • Lipoproteínas HDL inferior a 40 mg/dL para hombres e inferior a 50 mg/dL en mujeres.
  • Nivel de glucosa igual o por encima de 100 mg/dL en ayunas.

Tratamiento

El tratamiento del síndrome metabólico tiene dos abordajes diferentes que pueden complementarse:

  • Cambios en el estilo de vida: seguir de por vida hábitos específicos para perder peso y reducir el riesgo cardiovascular. Los pilares fundamentales son:
    • Dieta cardiosaludable.
    • Ejercicio físico.
    • Dejar de fumar.
    • Manejar el estrés.
    • Sueño suficiente y de calidad.
  • Tratamiento farmacológico: si un estilo de vida saludable no es suficiente, es necesario recurrir a fármacos específicos.
    • Antihipertensivos, como los inhibidores de las enzimas convertidoras de angiotensina y los antagonistas de los receptores de la angiotensina II: dilatan los vasos sanguíneos y reducen la presión arterial. También aumentan la sensibilidad a la insulina, lo que disminuye el nivel de glucosa circulante.
    • Medicamentos para regular la dislipidemia, como las estatinas y la niacina: disminuyen la concentración de triglicéridos y aumentan el nivel de lipoproteínas HDL.
    • Antidiabéticos, como la metformina o las tiazolidinedionas: incrementan la sensibilidad a la insulina, reduciendo el nivel de glucosa en sangre, y ayudan a reducir la concentración de colesterol y triglicéridos.
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