Neuropatía periférica
¿La neuropatía periférica tiene cura? Toda la información sobre este trastorno: causas, síntomas y consecuencias.
Síntomas y causas
Se denomina neuropatía periférica al conjunto de síntomas producidos por un daño o lesión en los nervios periféricos que provoca su disfunción. Los nervios periféricos se encuentran fuera del sistema nervioso central, es decir, fuera del cerebro y la médula espinal y transmiten la información entre el sistema nervioso central y el resto del cuerpo. Los nervios periféricos se clasifican según su función:
- Nervios sensoriales: trasmiten la información proveniente de la piel y los sentidos, como la temperatura, el dolor, la vista o el tacto.
- Nervios motores: responsables del movimiento muscular.
- Nervios autónomos: controlan las funciones corporales involuntarias, como la frecuencia cardiaca, la presión arterial, la sudoración, la digestión o la micción.
Se han clasificado más de 100 tipos de neuropatía periférica que, según la cantidad de nervios periféricos afectados, se clasifican en tres grandes grupos:
- Mononeuropatías: disfunción de un solo nervio.
- Mononeuropatías múltiples o multineuropatías: se ven afectados simultáneamente dos o más nervios situados en diferentes áreas del cuerpo.
- Polineuropatías: afecta a muchos nervios al mismo tiempo, generalmente de forma bilateral, simétrica y difusa.
Asimismo, según su forma de manifestación, se dividen en:
- Neuropatía periférica aguda: los síntomas aparecen de forma repentina, tienen un progreso rápido y mejoran lentamente a medida que los nervios afectados sanan.
- Neuropatía periférica crónica: los síntomas se manifiestan de forma sutil y tienen un desarrollo lento. Se pueden alternar periodos de remisión con periodos de recaída o alcanzarse una etapa de estancamiento de larga duración. En muchas ocasiones, empeoran con el tiempo.
Síntomas
Los síntomas de la neuropatía periférica varían en función del tipo de nervios dañados:
- Síntomas de neuropatía periférica motora:
- Debilidad muscular.
- Calambres.
- Contracciones musculares visibles (fasciculaciones), incontroladas y dolorosas.
- Atrofia muscular: reducción del tamaño de los músculos.
- Disminución de los reflejos.
- Dificultad para moverse.
- Síntomas de neuropatía periférica sensorial:
- Disminución de las sensaciones táctiles, especialmente en las manos y los pies. Se produce la sensación de llevar guantes o medias.
- Hormigueo o entumecimiento en las manos y los pies que se extiende a las piernas y los brazos.
- Problemas de coordinación y equilibrio.
- Dolor neuropático: dolor punzante, agudo y pulsátil que suele empeorar por la noche.
- Sensibilidad extrema al tacto: dolor por estímulos no dolorosos, como el roce de las sábanas.
- En ocasiones, pérdida de sensibilidad.
- Síntomas de neuropatía periférica autónoma:
- Alteración en la sudoración: sudoración excesiva o incapacidad para sudar. Esto puede causar intolerancia al calor.
- Pérdida de control de la vejiga.
- Descenso en la presión arterial, debido a la disfunción en los músculos que expanden o contraen los vasos sanguíneos para regular la presión.
- En ocasiones, frecuencia cardiaca irregular.
- Alteraciones gastrointestinales: diarrea, estreñimiento o incontinencia.
- Dificultades para tragar.
Causas
El daño en los nervios se produce bien por degeneración en los axones, el tallo de las neuronas, o bien por pérdida de mielina, la vaina lipoproteica que recubre el axón. Este daño puede tener diversas causas, que dividen a las neuropatías en tres grupos:
- Neuropatías hereditarias: se deben a mutaciones en los genes de las proteínas que forman la mielina o los axones, como los genes PMP22, MFN2, MPZ y EGR2. Ejemplos de este tipo de neuropatías son la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth, la porfiria o la enfermedad de Fabry.
- Neropatías adquiridas: se derivan de diferentes afecciones, trastornos o situaciones que pueden causar daño en los nervios.
- Diabetes: es la causa más común de neuropatía periférica.
- Otros trastornos metabólicos y endocrinos, como el hipotiroidismo, la sobreproducción de hormona del crecimiento, la enfermedad renal o la enfermedad hepática.
- Vasculitis: grupo de enfermedades que presentan inflamación de los vasos sanguíneos.
- Enfermedades autoinmunes, como el lupus, la artritis reumatoide, el síndrome de Sjögren, el síndrome paraneoplásico o el síndrome de Guillain-Barré.
- Tumores benignos o malignos.
- Infecciones virales o bacterianas, como el herpes simple, el herpes de la varicela-zóster, la enfermedad del Nilo Occidental, el VIH, la enfermedad de Lyme, la difteria o la lepra.
- Trastornos de la médula ósea, como la gammapatía monoclonal, el linfoma o la amiloidosis.
- Lesiones por traumatismos o por presión, como golpes, caídas, procedimientos quirúrgicos, hernias discales, movimientos repetitivos o posturas muy forzadas.
- Ciertos medicamentos como quimioterapéuticos, antirretrovirales, anticonvulsivos o los antihipertensivos.
- Alcoholismo crónico.
- Deficiencia vitamínica: las vitaminas del grupo B y la vitamina E son fundamentales para la salud de los nervios.
- Exposición a toxinas como insecticidas, disolventes o metales pesados.
- Neuropatías idiopáticas: no se logra identificar la causa.
Factores de riesgo
Los principales factores que aumentan la probabilidad de desarrollar una neuropatía periférica son los siguientes:
- Antecedentes familiares.
- Presencia de cualquiera de las enfermedades y trastornos asociados a la neuropatía.
- Accidentes de tráfico o lesiones deportivas.
- Actividades en los que se realizan movimientos repetitivos o posturas poco naturales, como trabajar con herramientas que vibran.
- Abuso del alcohol.
- Exposición a toxinas.
- Consumo de fármacos asociados a las neuropatías.
Complicaciones
La insensibilidad causada por la neuropatía puede resultar muy peligrosa, ya que la persona no es capaz de notar el dolor y puede sufrir cortes, quemaduras y otras lesiones sin darse cuenta. Esto puede llevar a infecciones severas que incluso deriven en una gangrena o pongan en peligro la vida. Asimismo, la insensibilidad al dolor puede hacer que se pasen por alto síntomas de afecciones muy graves, como el dolor en el pecho que indica un infarto, y no se actúe a tiempo.
Los problemas de coordinación y equilibrio favorecen los tropiezos y las caídas que, según en dónde y cómo ocurran, pueden resultar peligrosas. Otros síntomas comunes de la neuropatía, como la debilidad muscular, los calambres, las fasciculaciones o el dolor neuropático, pueden afectar seriamente a la calidad de vida de la persona, impidiéndole hacer vida normal.
La neuropatía sensorial crónica, además, puede llegar a causar lesiones articulares y óseas. La neuropatía autónoma, por su parte, puede provocar problemas de incontinencia, disfunción sexual o incluso malnutrición, si están afectados los nervios que controlan el acto de masticar, digerir o tragar.
Prevención
La forma más eficaz de prevenir la aparición de neuropatía periférica es seguir el tratamiento apropiado para las enfermedades que la causan. Además, es recomendable reducir o evitar el consumo de alcohol, mantener una dieta rica en vitaminas y aplicar las medidas de seguridad adecuadas para evitar accidentes y traumatismos al volante o durante la práctica deportiva.
¿Qué médico trata la neuropatía periférica?
La neuropatía es evaluada y tratada por los especialistas en neurología y neurocirugía.
Diagnóstico
El diagnóstico de la neuropatía periférica se fundamenta en lo siguiente:
- Historial clínico completo: además de la presencia de enfermedades o infecciones relacionadas y de antecedentes familiares de neuropatías u otros trastornos neurológicos, se estudian los hábitos de vida, como la exposición a toxinas, el consumo de alcohol o las actividades lúdicas y laborales frecuentes.
- Examen físico-neurológico: se evalúa la sensibilidad, el grado de dolor, el equilibrio, la coordinación, los reflejos osteotendinosos y la fuerza y el tono muscular, entre otros parámetros que pueden indicar qué tipo de nervios están afectados.
- Análisis de sangre: en una muestra de sangre se pueden apreciar posibles causantes de la neuropatía, como diabetes, deficiencias vitamínicas, disfunción hepática o renal, trastornos vasculares, trastornos metabólicos o alteraciones en el sistema inmunitario.
- Electromiografía: mediante la inserción en músculos específicos de pequeñas agujas conectadas a electrodos, se mide la actividad eléctrica muscular en reposo y durante la contracción. Esta prueba ayuda a diferenciar entre trastornos musculares y trastornos neurológicos.
- Electroneurografía o prueba de conducción nerviosa: se mide la velocidad de transmisión del impulso nervioso. Para ello, con una sonda se estimula eléctricamente una fibra nerviosa, que responde generando su propio impulso eléctrico, y se coloca un electrodo a lo largo del nervio que mide la velocidad de transmisión. Una velocidad baja o un bloqueo del impulso son indicadores de daño en la mielina, mientras que una disminución de la fuerza del impulso con velocidad normal es signo de degeneración en los axones. Además, esta prueba revela la ubicación del nervio dañado.
- Pruebas de diagnóstico por imagen, como resonancia magnética o tomografía computarizada: estas pruebas ofrecen imágenes de gran precisión que permiten identificar el estado y el tamaño de los músculos y la presencia de tumores, hernias discales, nervios pinzados, anomalías óseas o trastornos vasculares que pueden estar causando la neuropatía.
- Biopsia cutánea: se extrae una pequeña muestra de la piel donde se analizan las terminaciones nerviosas.
- Biopsia del nervio: si las pruebas anteriores no son concluyentes, se toma una muestra de tejido nervioso donde se puede identificar el grado de daño del nervio y su causa.
Tratamiento
El primer paso en el tratamiento de la neuropatía periférica es abordar la enfermedad subyacente que la origina. Asimismo, se aplican tratamientos específicos para aliviar los síntomas propios de la neuropatía:
- Tratamiento farmacológico: medicamentos que actúan sobre sobre los nervios periféricos, la medula espinal o el cerebro para aliviar el dolor neuropático.
- Analgésicos o antiinflamatorios no esteroideos, en caso de neuropatías leves.
- Anticonvulsivos, como gabapentina o pregabalina.
- Antidepresivos tricíclicos, como la amitriptilina.
- Antidepresivos de liberación prolongada, como la venlafaxina y la desvenlafaxina.
- Inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina, como la duloxetina.
- Lidocaína de administración tópica: cremas o los parches de lidocaína que se aplican sobre la piel. Son efectivos para el dolor localizado.
- Terapias del dolor:
- Terapia Scrambler: consiste en aplicar impulsos eléctricos mediante la colocación de electrodos para enviar al cerebro señales de alivio que reemplacen las señales de dolor. Se utiliza en la neuropatía inducida por quimioterapia.
- Estimulación nerviosa transcutánea: se aplica una corriente eléctrica sobre la piel que crea una interferencia en la transmisión del impulso nervioso desde el nervio periférico hasta el sistema nervioso central.
- Estimulación medular: se aplica una corriente eléctrica de bajo voltaje sobre la médula espinal para bloquear los impulsos nerviosos de la columna. Además, se puede implantar quirúrgicamente un dispositivo generador de corriente, denominado neuroestimulador, que bloquee los impulsos de forma permanente. El dispositivo se implanta bajo la piel del abdomen o de la parte superior de las nalgas.
- Plasmaféresis: se utiliza en caso de neuropatías de origen inmunitario, para eliminar los anticuerpos anómalos de la sangre. Es un procedimiento que consiste en separar los componentes de la sangre, mediante centrifugado o filtrado, desechar el plasma y devolver la sangre al organismo.
- Inmunoglobulina intravenosa: también para las neuropatías inmunomediadas. Se inyectan anticuerpos provenientes del plasma de donantes sanos.
- Ortesis o fisioterapia, para mejorar los problemas de debilidad muscular, equilibrio y coordinación.
- Tratamiento quirúrgico:
- Cirugía descompresiva: si la neuropatía está causada por compresión sobre los nervios debido a un tumor, una estenosis o un pinzamiento por hernia, se libera el nervio afectado.
- Cirugía extractiva: se extrae el nervio dañado. Este procedimiento solo se indica en caso de mononeuropatías cuando el resto de tratamientos no funcionan.