Herpes zóster

¿El herpes zóster es contagioso? Todo sobre las características, las causas, los síntomas y los tratamientos de esta enfermedad.

Síntomas y causas

El herpes zóster es una infección causada por el virus varicela-zoster y que suele manifestarse en personas mayores de 50 años. Normalmente, los pacientes tienen su primer contacto con el virus en la infancia, cuando enferman de varicela. Una vez superada, puede permanecer latente en las terminaciones nerviosas o los ganglios y reaparecer en momentos en los que el sistema inmunitario está debilitado.

Sus características ampollas arracimadas en forma de cinturón (zoster en griego), que recorren la longitud del nervio afectado, hacen que el herpes zóster se conozca popularmente como culebrilla.

Al tratarse de una enfermedad contagiosa, el contacto directo con las lesiones de un infectado puede transmitir la infección a personas no vacunadas o que no hayan tenido la varicela anteriormente.

Por norma general, el herpes zóster desaparece por sí solo en una o dos semanas sin necesidad de un tratamiento específico, ya que es una infección vírica.

Síntomas

Los síntomas más característicos del herpes zóster son:

  • Erupción cutánea formada por pequeñas vesículas arracimadas, normalmente, en el tronco o la zona lumbar.
  • Dolor, picor o quemazón en la piel. Suele aparecer unos días antes que las ampollas.
  • Costras que cierran las lesiones alrededor de cuatro o cinco días después de que se formen.

Algunos pacientes, manifiestan otros síntomas como:

  • Alteración de la vista en aquellos casos raros en los que el virus afecta al nervio óptico.
  • Sensibilidad a la luz.
  • Fiebre.
  • Dolor de cabeza.

Causas

El herpes zóster está causado por el virus varicela-zóster una vez que el paciente ya ha desarrollado la varicela. Actualmente, se desconocen los motivos por los que el virus permanece latente en el organismo y reaparece con el paso de los años.

Factores de riesgo

Algunos de los factores que aumentan el riesgo de padecer herpes zóster son:

  • Haber tenido la varicela con anterioridad.
  • Ser mayor de 50, especialmente de 80 años (las probabilidades se multiplican por tres).
  • Tener el sistema inmunitario debilitado.
  • Encontrarse débil o muy cansado.
  • Tomar determinados medicamentos, por ejemplo, esteroides durante un periodo largo de tiempo.

Complicaciones

En la mayoría de los casos, el herpes zóster no presenta complicaciones y desaparece espontáneamente en pocos días. Aun así, algunos pacientes desarrollan:

  • Neuralgia postherpética: dolor en el nervio afectado de duración variable que puede persistir durante años.
  • Ceguera, si se trata de herpes zóster oftálmico.
  • Pérdida de audición, vértigo o parálisis de la cara si está afectado el nervio facial.
  • Alteraciones neurológicas y vasculares que deriven en un ictus.
  • Meningitis.
  • Encefalitis.

Prevención

La mejor forma de prevenir el contagio y reducir las probabilidades de presentar complicaciones en caso de infectarse, es la vacunación frente al virus de la varicela-zóster. En España, los niños se vacunan con la primera dosis a los 15 meses y la segunda a los 6 años. De no ser así, entre los 4 y los 59 años se puede conseguir la inmunidad administrando dos dosis con diferencia de, al menos, un mes.

Además, en todas las comunidades autónomas se vacuna frente al herpes zóster a los grupos de riesgo. Aunque existen algunas variaciones, la norma general es:

  • A partir de los 18 años:
    • Trasplante de órgano sólido o a la espera de recibirlo.
    • Tratamiento con antiJAK
    • VIH.
    • Hematopatías malignas.
    • Artritis reumatoide.
    • Tumores sólidos en tratamiento con quimioterapia.
    • Herpes zóster de repetición (2 o más episodios).
  • A partir de los 50 años:
    • Tratamientos inmunosupresores o inmunomoduladores.
  • Sistemáticamente, a todos los mayores de 65, comenzando por los mayores de 80 años.

¿Qué médico trata el herpes zóster?

El herpes zóster se diagnostica y trata en la consulta de medicina familiar, geriatría o enfermedades infecciosas.

Diagnóstico

El herpes zóster se diagnostica en la consulta del especialista mediante la anamnesis, el análisis de los síntomas y el examen físico. Solamente cuando existen dudas, se solicitan pruebas de cultivo para determinar la naturaleza del virus.

Tratamiento

No siempre es necesario aplicar un tratamiento al herpes zóster, ya que, al tratarse de una infección vírica, es habitual que remita en un plazo de siete días por sí solo. No obstante, se recomienda mantener una higiene adecuada de la zona afectada, que debe permanecer limpia y seca.

Cuando es necesario, se recurre a la terapia con medicación dentro de las 72 horas posteriores a la aparición de las vesículas:

  • Antivirales orales en casos leves.
  • Antivirales intravenosos en pacientes de riesgo.
  • Antisépticos tópicos sobre las lesiones para evitar la sobreinfección.

Si se desarrolla neuralgia postherpética, se utilizan:

  • Analgésicos.
  • Anestésicos.
  • Anticonvulsivos.
  • Antidepresivos.
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