Fascitis necrosante

¿Qué bacteria causa la fascitis necrosante? Todo sobre las causas, los síntomas y los tratamientos de la celulitis necrótica.

Síntomas y causas

La fascitis necrosante o necrotizante es una infección grave de los tejidos blandos que se extiende rápidamente (en horas), por lo que puede llegar a provocar un fallo sistémico. El diagnóstico precoz es fundamental para tratarla a tiempo, ya que presenta una tasa alta de mortalidad.

Es raro que se contraiga esta infección bacteriana que comienza por destruir los músculos y la piel para continuar con los tejidos subyacentes. Normalmente, comienza por una herida sucia o como consecuencia de una intervención quirúrgica en pacientes inmunodeprimidos.

En función del tipo de bacterias que la cause, la fascitis necrosante se divide en dos tipos:

  • Estreptococos del grupo A (Streptococcus pyogenes): afecta principalmente a la piel y a los tejidos subcutáneos.
  • Vibrio vulnificus: estos gérmenes anaerobios están presentes en el agua del mar, ya que necesitan sal para vivir. Son los responsables de la gangrena gaseosa, que afecta a los músculos.

Síntomas

Los síntomas más característicos de la fascitis necrotizante son:

  • Enrojecimiento de la piel.
  • Inflamación y sensación de calor.
  • Fiebre.
  • Dolor (no siempre en la zona enrojecida).

En fases más avanzadas, aparecen otros signos:

  • Ampollas.
  • Úlceras purulentas.
  • Náuseas.
  • Diarrea.
  • Mareos.

Si se detecta alguno de estos síntomas después de haberse sometido a una intervención quirúrgica o de haber sufrido una herida traumática, es preciso acudir urgentemente a un centro médico para recibir atención de inmediato.

Causas

La fascitis necrosante se desarrolla por una infección bacteriana en la piel o los músculos. Normalmente, los microorganismos acceden al cuerpo a través de una herida contaminada, una quemadura o la picadura de un insecto.

Factores de riesgo

El riesgo de padecer fascitis necrotizante aumenta en las siguientes circunstancias:

  • Lesiones traumáticas.
  • Diabetes.
  • Intervenciones quirúrgicas, especialmente en pacientes inmunodeprimidos.
  • Cirrosis.
  • Alcoholismo.

Complicaciones

Cuando la fascitis necrosante se extiende, puede causar:

  • Insuficiencia orgánica.
  • Septicemia.
  • Shock séptico.
  • Muerte.

En ocasiones, los tratamientos son muy agresivos para impedir que los órganos vitales se vean afectados, por lo que pueden producirse complicaciones como la pérdida de las extremidades o de gran parte del tejido muscular.

Prevención

Es difícil prevenir la fascitis necrotizante. Para evitar las infecciones por estreptococos del grupo A se recomienda lavarse las manos frecuentemente, evitar el contacto con personas enfermas o no compartir artículos personales como el cepillo de dientes.

¿Qué médico trata la fascitis necrotizante?

La fascitis necrosante se diagnostica y trata por especialistas en urgencias y traumatología y cirugía ortopédica.

Diagnóstico

Diagnosticar la fascitis necrosante no es sencillo, ya que los síntomas pueden confundirse con otras enfermedades infecciosas. El procedimiento suele incluir:

  • Anamnesis.
  • Examen físico y observación de las heridas.
  • Biopsia: se toma una pequeña muestra de tejido para analizarla en el laboratorio. Solamente se recomienda cuando los indicios no son claros, ya que si la sospecha es alta es conveniente intervenir quirúrgicamente de inmediato.
  • Análisis de sangre: se confirma la enfermedad cuando hay leucocitosis (aumento del número de leucocitos) y aumento de proteína C reactiva, nitrógeno uréico y creatinina sérica.
  • Tomografía computarizada: ofrece imágenes de engrosamiento tisular, edema de la fascia o presencia de gas. No obstante, los falsos negativos son elevados y no conviene retrasar el tratamiento para realizar esta prueba.

Tratamiento

El tratamiento de la fascitis necrosante debe realizarse lo antes posible en un hospital. El abordaje se fundamenta en dos pilares:

  • Antibióticos: combaten la infección. Dada la gravedad de la enfermedad, se administran de forma intravenosa.
  • Cirugía: se realizan fasciotomías, es decir, aperturas de las estructuras que envuelven al músculo, y se retira el tejido muerto para evitar que las bacterias continúen extendiéndose por el organismo. Es habitual que se precise más de una intervención.