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Blog del Sº de Cirugía Oral y Maxilofacial & Unidad de Odontología y Periodoncia Hospitalaria. Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo

  • ¡¡Tercer aniversario del Servicio de Cirugía Maxilofacial del Ruber Juan Bravo!!

    Dres. Javier Arias y Manuel Chamorro

    Pues sí, acabamos de cumplir tres años siendo los responsables del servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial y Odontología Hospitalaria del complejo hospitalario Ruber Juan Bravo.

    Tres años parecen poco, o mucho, según la perspectiva.

    Servicio de Cirugía Maxilofacial complejo hospitalario Ruber Juan BravoServicio de Cirugía Maxilofacial complejo hospitalario Ruber Juan Bravo

    En mayo de 2016 comenzamos cuatro cirujanos maxilofaciales: los Dres. Manuel Chamorro, jefe del servicio, y Javier Arias, que firmamos este texto del blog, Gastón Demaría y Antonio López Davis. Con nosotros estaban el Dr. Margarit como odontólogo especialista en rehabilitación de implantes, y el Dr. Lorente como periodoncista. Nuestra enfermera Lorena Alcalde y nuestra auxiliar Viara Valentinova completaban el cuadro profesional.

    Los primeros meses fueron frenéticos de puertas adentro, para poner a punto un servicio, que, si bien contaba con instalaciones puestas ya años atrás, en realidad comenzaba desde cero. Una de las ventajas de estar en la Ruber es que se trata de un hospital con un extraordinario prestigio, algo que tanto los profesionales como los pacientes conocen. Esa ventaja, sin embargo (como los superpoderes de Spiderman) conllevaba una gran responsabilidad. La exigencia de estar a la altura del hospital y del resto de sus servicios médicos y quirúrgicos. Desde el principio, nuestro principal objetivo ha sido dar un servicio completo en todas las áreas de la cirugía maxilofacial y la odontología.

    La cirugía con láser, los implantes con cirugía guiada y carga inmediata, los nuevos tratamientos con implantes dentales personalizados, los diseños en 3D, la cirugía reconstructiva con técnicas de microcirugía, la cirugía mínimamente invasiva, son algunas de las áreas en constante evolución, y que en un hospital como el Ruber debemos manejar con soltura en beneficio de nuestros pacientes. Y eso no lo puede hacer una sola persona. Hemos necesitado un equipo, y un equipo grande, además, para tener a punto todas estos nuevos ámbitos de la cirugía maxilofacial.

    Después de algunos cambios y muchas incorporaciones, actualmente el servicio se compone de siete cirujanos maxilofaciales, seis odontólogos, una técnico de laboratorio-higienista, una enfermera, tres higienistas, una auxiliar de clínica y una coordinadora de consulta. Se trata de una estructura viva, aún en crecimiento, sobre todo desde que tenemos a nuestra disposición un área específica de tratamientos con sedación.

    Dar un servicio completo en todas esas áreas no es tarea fácil. La cirugía maxilofacial es una especialidad muy amplia y compleja, y ningún cirujano maxilofacial puede ser experto en todas sus facetas. La cirugía ortognática, la rehabilitación dental con implantes, la cirugía oral, la medicina oral, el dolor orofacial, la maxilofacial infantil, el tratamiento de la apnea del sueño, la cirugía oncológica, la reconstrucción de cabeza y cuello, la cirugía y medicina estética facial, la cirugía craneofacial, la microcirugía, y el tratamiento de la parálisis facial, son algunas de las áreas en la cirugía maxilofacial, en las que cada uno de los maxilofaciales podemos ser más o menos expertos. De manera que, si queremos cubrir con calidad todas las facetas, necesitamos varios cirujanos, que nos enriquezcan cada uno con sus conocimientos y habilidades específicas. Hoy ya somos siete cirujanos maxilofaciales, gracias a las incorporaciones de las Dras. Teresa González Otero y Marta Redondo Alamillos y el Dr. Alberto Candau Álvarez. Con estas incorporaciones podemos decir con confianza que podemos atender con gran calidad toda la patología maxilofacial que pueda presentar el paciente.

    La odontología también es una especialidad muy amplia, que a su vez tiene varias ramas. Hemos aumentado el número de médicos dentistas (estomatólogos) y de odontólogos para tratar a cada paciente con la mayor calidad, sea cual sea la patología que presente. Nuestra periodoncista Cristina Puente, nuestra ortodoncista Laura Ballesteros, nuestro odontólogo estético y prostodoncista Julián Martínez Lozano, nuestros odontólogos restauradores y prostodoncistas José Marín y Eva López, y nuestro prostodoncista y endodoncista Luis Margarit cubren todas las necesidades de nuestros pacientes. María Teresa García Bravo se dedica a tiempo completo a preparar y ajustar las férulas de descarga de nuestros muchos pacientes con bruxismo y dolor orofacial. Nuestros odontólogos, además, deben tratar casos de mayor complejidad que la que suele presentar el paciente habitual que acude a una clínica dental no hospitalaria. Pero ser capaces de dar un tratamiento excelente en casos muy difíciles conduce a que los tratamientos más "fáciles" salgan más impecables aún si cabe.

    A nuestras enfermeras Lorena Alcalde y nuestra auxiliar Viara Valentinova se han unido las higienistas Miriam Abad, Marta Lozano y Esther García Hernán. Y de la misma manera que hemos procurado con las incorporaciones de odontólogos y cirujanos, hemos buscado un equilibrio entre la juventud y la experiencia, porque sin duda ambas facetas son necesarias.

    Finalmente, pero no por ello menos importante, María José Amorós es nuestra coordinadora de consultas.Resulta una figura fundamental para coordinar los tratamientos de los pacientes con los diferentes especialistas, para organizar las agendas, los profesionales, los turnos, y para llevar el día a día y participar en las decisiones estratégicas de la consulta.

    Estos tres primeros años nos han dado muchas satisfacciones, algún susto, unas cuantas penas, pero, sobre todo, nos han dado muchísimo trabajo. Esperamos seguir a más y a mejor en los próximos años, trabajando mucho y bien.

  • Los cirujanos no debemos reducirnos a ser la “FP” de la medicina

    (Nota sobre la FP: saben hacer las cosas, son personas prácticas, dinámicas, que resuelven las situaciones). Y, no, no debemos ser solo eso. Pero llegaré a eso tras un par de párrafos introductorios:

    GettyImages-1401954728GettyImages-1401954728Hace unas semanas, mis compañeros del Hospital La Paz y yo impartimos la edición 25 de nuestro curso de microcirugía y colgajos microvasculares en rata. Se trata de un curso intensivo, de una semana de duración, para iniciar a los residentes y especialistas de cirugía en los entresijos de la microcirugía vascular (hacer anastomosis -empalmes- vasculares en vasos de muy pequeño calibre, para lo cual hace falta un microscopio quirúrgico, el pulso templado, calma y unas nociones que damos nosotros). Son técnicas muy importantes para nosotros, porque son la base de la cirugía reconstructiva, en la que tejidos de otra parte del cuerpo son trasplantados al área del defecto quirúrgico, y deben mantener tanto su irrigación arterial como su drenaje venoso. Es fantástico ver cómo, en solo una semana, los alumnos pasan de no saber usar el microscopio quirúrgico a poder hacer cirugías muy elaboradas. Por desgracia, siguen haciendo falta animales de experimentación para estas técnicas, porque aún no se han logrado materiales no vivos que respondan como un tejido vivo, y permitan una simulación quirúrgica de alto nivel, apta para luego dar el salto a trabajar en humanos con seguridad. Pero no es eso lo que quería traer aquí. Es otra cosa:

    Resulta que además de las prácticas, que suponen el 90% del curso, también impartimos unos seminarios sobre aspectos más teóricos de la cirugía reconstructiva. Uno de ellos trata sobre la fisiología de las anastomosis vasculares, y más específicamente, sobre los fármacos que evitar la trombosis de esos minúsculos vasos que empalmamos. A partir de ahí, se decide qué medicación debe protocolizarse para evitar el fracaso de nuestros injertos de cirugía reconstructiva.

    Pues bien, resulta que no hay un protocolo único y válido de fármacos para evitar las trombosis. Ni dos ni tres. De hecho, lo que parece evidente es que lo más importante es una técnica impecable, y que ningún protocolo farmacológico va a suplir un fallo técnico.

    Eso no significa que no hay que dar medicaciones. Significa que cada paciente, en función de sus características personales (edad, patologías asociadas, localización del defecto, historia personal de otras enfermedades en el pasado), va a necesitar una medicación u otra, a diferentes dosis.

    Pero, claro, eso no está protocolizado. No puede estarlo. Son demasiadas variables. Necesita el juicio clínico, médico. Y aquí retomo el título de este texto: después del curso del que hablaba al principio, damos al alumno una encuesta para que evalúe nuestras clases y seminarios. Pues bien, para este seminario hubo una diferencia radical de opiniones: para unos, fue la peor clase de todo el curso…. Para algunos otros, la mejor.

    Asumiendo que quizá no soy el mejor profesor del mundo (aunque no tuve quejas por otras clases que impartí en el mismo curso), creo que en parte la explicación puede deberse a que cada cirujano tiene un concepto diferente sobre su tarea: quizá algunos cirujanos creen que deben centrarse en la parte manual de la profesión: la técnica quirúrgica. Para lo demás, unos buenos protocolos que indiquen qué hacer y cuándo hacer serán lo necesario para un buen tratamiento del paciente. Sin embargo, yo le dediqué una buena parte de mi seminario a explicar los conceptos modernos de la fisiología de las plaquetas y de la coagulación sanguínea. Apenas dediqué unos escasos minutos al final, para contar los diferentes protocolos farmacológicos. Y probablemente, para esos cirujanos tanta fisiología pudo resultar "cosa muy teórico". Son los "médicos de Formación profesional". Y seguramente esos cirujanos son los que me pusieron mala nota. Nunca lo sabré, las encuestas eran anónimas.

    Otros alumnos del curso me pusieron buena nota en esa clase. Creo que apreciaron que, en nuestra profesión como cirujanos, debemos ser unos excelentes médicos de Formación profesional, que sepamos "hacer" cosas. Pero, además, necesitamos "saber" cosas, que vayan más allá de la técnica. Aunque no las veamos ni con microscopio, tenemos que saber qué hacen las plaquetas. Y cuanto más sepamos, mejor.

    Las cosas nunca son blancas o negras, pero creo que los cirujanos, de un modo implícito o explícito, diferenciamos cuándo debemos "saber", y cuando debemos "hacer". Como en una receta culinaria, lo importante no son los ingredientes, sino las proporciones. Cada cirujano tiene su receta, y por eso la cirugía tiene tanta parte de "arte" como de "ciencia".

  • Tranquilidad en tiempos de pandemia

    Dr. Manuel Chamorro Pons

    Coronavirus y salud bucodentalCoronavirus y salud bucodental

    Sabemos ya sobradamente que el contagio por coronavirus ha sido uno de los mayores problemas sanitarios de la sociedad moderna. Ha costado miles de vidas humanas y está lejos de ser erradicado de forma completa.

    ¿Significa esto que no vamos a poder hacer una vida relativamente normal hasta que llegue la ansiada vacuna y este virus sea un triste recuerdo?

    Obviamente no. Una vez pasados los peores momentos de la epidemia, aunque el virus no hay desparecido por completo, tenemos que empezar a retomar una vida laboral y social. No hay más remedio.

    Hay que tener en cuenta que ya conocemos muchas cosas sobre el comportamiento del virus y poco a poco lo vamos dominando.

    ¿Qué ocurrió entonces hace unas semanas en las que todo parecía descontrolado y las víctimas se multiplicaban exponencialmente?

    Pues que el virus irrumpió en pueblos y ciudades y se encontró con una población totalmente desprotegida, no concienciada y le fue fácil contaminar masivamente a las personas. Estoy pensando, por ejemplo, en los atestados vagones del metro de Madrid. La gente en estrecha proximidad transmitió el virus masivamente. Se contagiaron vagones enteros y en un periodo de tiempo muy corto. Lo mismo pasó en comercios y calles, cines y teatros. Los Hospitales se colapsaron. Los sanitarios, médicos y enfermeras, contrajeron también la enfermedad en su afán de tratar a los pacientes que llegaban sin cesar. Un caos.

    Afortunadamente todo esto ha pasado. Tras unas semanas de confinamiento se ha parado el duro golpe y ahora el tema es totalmente diferente.

    Conocemos el comportamiento del virus, sus vías de transmisión y la población está informada.

    El coronavirus se transmite de persona a persona por vía respiratoria. Es decir al hablar o al toser emitimos diminutas gotitas de saliva que nuestro interlocutor, o una persona que esté al lado, puede incorporar a su interior por la boca o la nariz e infectarse.

    También existe la posibilidad de que estas gotitas caigan sobre superficies como mesas, pomos de puertas etc., las lleguemos a tocar llevándolas seguidamente a la boca o nariz nosotros mismos de forma inadvertida. Este tipo de transmisión, aunque existe, es menos probable que el que hemos comentado en primer lugar.

    ¿Qué hemos de hacer entonces? Parece muy claro que si reflexionamos un instante sobre la vía de transmisión del virus, lo más lógico es que todos usemos una mascarilla de protección.

    Parece mentira que una medida tan simple y tan poco sofisticada como ésta haya tardado tanto tiempo en hacerse obligatoria. Hemos oído muchas cosas en relación con las mascarillas: que no eran efectivas, que solo tenía que llevarlas la gente enferma…. Lástima que no hayamos tenido indicaciones claras que hubieran salvado muchas vidas precisamente por prevenir el contagio. El uso de la mascarilla por todos es esencial. Tengamos en cuenta que al llevarla todos, el efecto barrera se multiplica. Posibles personas contagiadas tendrán muy difícil diseminar el virus al llevar mascarilla. Pero se suma a esto que personas sanas, susceptibles de contagiarse, también al llevar mascarilla pero se suma esto a que personas sanas susceptibles de contagiarse también la llevan. Lo que constituye una doble barrera muy difícil de traspasar por una gotita de saliva.

    Entonces; ¿es posible hacer una vida totalmente normal llevando mascarilla? La respuesta es no. En primer lugar tenemos que saber ponerla y quitarla adecuadamente y además evitar contactos estrechos y aglomeraciones, lo que aumentará así el efecto protector de las mismas.

    El mejor consejo que puedo dar para manejar la mascarilla de forma adecuada es lavarse las manos antes de ponerla o quitarla. Así como manejarla siempre por las gomas. Evitando tocar la parte interior, que es la que va a quedar en contacto con nuestra nariz y boca.

    Si todos llevamos mascarilla podremos hacer, si no una vida normal, sí lo más parecido a una vida normal. Tengamos en cuenta que seguramente será una medida temporal, pues la vacuna llegará con suerte el próximo año y nos librará de todo.

    ¿Podemos visitar al médico entonces? ¿Y al dentista?

    Por supuesto que . Piense que además de las mascarillas en las consultas médicas se han adoptado medidas de seguridad adicionales. Por ejemplo en el Servicio de Cirugía Maxilofacial y Odontología del Hospital Ruber Juan Bravo, sus zapatos quedarán desinfectados al entrar, pues pasará por una alfombra sanitaria especial. La persona de recepción le atenderá a través de una mampara y todo el personal lleva mascarilla constantemente y vestuario desinfectado. Si hay que realizarle algún procedimiento dental, el profesional se equipará adecuadamente y trabajará en su boca de forma totalmente segura. Además todos los miembros del Servicio se han realizado las correspondientes pruebas analíticas.

    Las consultas médicas, como tantas otras cosas, se han adaptado para trabajar de forma segura. Más, si cabe, las consultas de Cirugía Maxilofacial y Odontología pues como hemos comentado, al ser la saliva el vector principal de transmisión, nos vemos obligados a redoblar las medidas de protección para trabajar de forma cien por cien segura.

    Le esperamos en nuestro Servicio. Venga sin ningún tipo de temor. Estamos preparados para atenderle de forma totalmente adecuada y segura.

    No retrase más el tratamiento si ya lo había iniciado. Seguramente nuestro personal se habrá puesto en contacto con Vd. para actualizar las citas. O lo hará en breve.

    Si nunca nos ha visitado, sepa que puede hacerlo con total confianza y seguridad. Le esperamos.

  • Las dudas online de una consulta de estética, el sesgo de selección y la virtud del silencio

    Dr. Javier Arias Gallo

    Las dudas de una consulta de estéticaLas dudas de una consulta de estética

    Esta entrada la he rehecho cincuenta veces. Cada vez que la tenía casi terminada, la releía y no me convencía. Y la volvía a cambiar. La perspectiva, los argumentos, la moraleja… todo iba cambiando de una versión a otra.

    Y es que me había olvidado del sesgo de selección. Para centrarnos: el sesgo de selección es el que se comete cuando consideramos que los datos que tenemos son representativos de la realidad. Por ejemplo, si hacemos una encuesta sobre hábitos dietéticos, cometeremos un sesgo de selección si sólo entrevistamos a las personas en la cola de la charcutería. El muestreo adecuado es una de las cosas más complicadas en estadística en general, y en biología y medicina en particular.

    Y yo de lo que quería hablar es de las dudas en una consulta de estética. El asunto es el siguiente: yo participo esporádicamente en una plataforma online de estética, que se llama Multiestética. Tengo mi perfil como médico (en estos tiempos la publicidad es un mal necesario), y, como parte de mi tarea de promoción, contesto preguntas de los pacientes. Las preguntas se clasifican por temas, así que yo sólo contesto las dudas sobre la rinoplastia, que es el procedimiento estético en el que estoy especializado.

    Pues bien, lo que ocurre es que las preguntas son casi siempre de pacientes que ya han sido atendidos por sus cirujanos o médicos estéticos, o que incluso ya han sido intervenidos. Y eso me tenía entre fascinado, intrigado, molesto e inquieto. Porque, ¿quién en su sano juicio, después de que un profesional médico le ha informado adecuadamente en persona, o le ha intervenido quirúrgicamente, se lanza a hacer una pregunta online como un náufrago lanza la proverbial botella al mar? ¿realmente le va a sacar de dudas? ¿Se ha perdido la confianza médico-paciente, así, de sopetón, y la mayoría de los pacientes están más reconfortados con unas palabras de un desconocido en una web? ¿Va a confiar más en la respuesta que uno de nosotros damos en unos minutos, a una pregunta normalmente formulada de un modo casi siempre algo confuso? Lógicamente, los pacientes no son profesionales de la estética ni de la cirugía, y nosotros no somos adivinos ni tenemos el don de la elocuencia. La verdad es que, a veces, todo el asunto tiene cierto aire de juego del teléfono escacharrado, no sé si se me entiende.

    Así que ahí estaba yo, acongojado y desazonado, puliendo aquí y allá el texto final, hasta que de repente pensé en el sesgo de selección. Borré todos los borradores, valga la redundancia. Me di cuenta de que las personas que escriben en estos foros son siempre una pequeña minoría. Casi siempre personas que no han establecido un vínculo de confianza con su médico. Y el vínculo siempre tiene dos direcciones, no vayamos ahora a pensar que los médicos somos perfectos, que muchos tienen (tenemos) nuestras cositas…… Unos pocos pacientes habían sido poco o mal informados, o tenían expectativas poco realistas. Los menos, probablemente, tienen alguna complicación o secuela achacable a la intervención quirúrgica, a las manos del cirujano. Pero nada de esto podía generalizarse en modo alguno. No había ninguna manera de terminar una frase del tipo: "Los pacientes cada vez más…", o "Muchos pacientes quieren…", o incluso "Los pacientes…". Sin embargo, a poco que uno lo piense, el idioma español es tan rico en matices y sutilezas que, si eliminamos el artículo "Los", y lo sustituimos por "Hay", y decimos: "Hay pacientes que…" entonces, ahí sí podemos explayarnos. Pero será literatura, no ciencia ni atención médica, ni un blog decente.

    Así que la moraleja se me escapó de las manos, mi teoría unificadora del devenir de la humanidad se fue por los suelos. Solo me quedó el alivio por haber borrado sin remedio todos los disparates que juraré que nunca hube escrito. Porque, como un compañero neurólogo me recordó hace poco: Bienaventurados los que, no teniendo nada que decir, se abstienen de demostrarlo con palabras.

  • Otros efectos beneficiosos de las mascarillas

    Dr. Javier Arias Gallo

    Otros efectos beneficiosos de las mascarillasOtros efectos beneficiosos de las mascarillas

    Siempre odié la primavera. El tiempo de renacimiento de la vida después del letargo invernal, de alfombras verdes en los campos, de flores multicolores, de insectos revoloteando. Y de alergia. Mucha alergia. Mocos, obstrucción nasal, estornudos, lagrimeo. Por algún motivo ignoto se le llamaba "la fiebre del heno", lo que era bastante desconcertante, porque no daba fiebre. Cuando yo era niño, teníamos el polaramine, un medicamento antihistamínico que daba sueño, mucho sueño. Y los corticoides orales o inyectados, de último recurso. Y ya. Así que yo que oscilaba en esos meses entre dormirme en clase o estar estornudando sin parar (a veces, ambas cosas a la vez (?)). De adolescente salieron los primeros antihistamínicos que no producían sueño, pero su eficacia contra la alergia era algo menor. Ya de jovencito, las cosas mejoraron mucho: como estudiaba medicina, y la primavera era la época de los exámenes, no salía de casa excepto para ir a la facultad, y los síntomas eran más tolerables (el que no se consuela es porque no le pone voluntad).

    Una primavera hace unos 5 años, mi mujer, alérgica y médico también, harta de tanto estornudar, fue a la farmacia y se compró una mascarilla con un filtro potente. Era una FFP2, cuando entonces nadie sabía diferenciar una FFP2 de un USB-c. Durante unas cuantas primaveras fue con su mascarilla con actitud andeyocaliente…..Mientras yo, entre estornudo y estornudo, me burlaba (benévolamente, no soy un suicida) de su aspecto.

    Era un absurdo. Una exageración… pero su sintomatología alérgica desaparecía cuando se ponía la mascarilla. Desaparecía. Del todo.

    Esta primavera, por motivos obvios, yo me uní al club de las mascarillasy ya no odio la primavera. Es sin duda la mejor estación del año: qué explosión de vida, qué generosidad de la naturaleza, que belleza en cada rincón, que dinamismo en los ecosistemas….

    Y por qué cuento esta minianécdota: porque en estos tiempos tan duros que nos ha tocado vivir hay que buscar, entre todo lo malo, alguna cosa buena. Sin duda el neto es claramente negativo: en salud, en las relaciones entre las personas, en las relaciones entre las generaciones, en confianza de unos en los otros, en la situación económica, en las relaciones entre los países. Pero eso no nos impide aprovechar lo que para cada uno sea positivo. A algunos la mascarilla les permite poner la expresión facial que siempre quisieron tener delante de su jefe sin que éste se entere (muy recomendable y saludable); otros aprovechan estos meses para hacerse esa cirugía estética que habían aparcado por los hematomas e inflamaciones postoperatorias, que ahora se ocultan con facilidad; muchos se han arreglado (¡por fin!) las caries y se han hecho las extracciones e implantes dentales necesarios, sin temor a enseñar unos dientes feos en ningún momento. Sólo espero que nadie haya aprovechado para dejar de lavarse los dientes confiando en que la halitosis no sobrepasa las mascarillas… En mi familia hemos erradicado los síntomas alérgicos.

    Y usted, ¿qué cosa buena ha entresacado de esta situación?

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Sobre este blog

Las enfermedades de la cara y al cuello son extraordinariamente importantes por afectar a zonas del cuerpo críticas en el día a día de todo ser humano. Comer, masticar, respirar sin dificultad, dormir y descansar, e incluso sonreír son actividades que damos por supuestas pero que pueden verse afectadas gravemente tras traumatismos, tumores, infecciones o por enfermedades congénitas. El cirujano maxilofacial es el especialista central en estas enfermedades. Tanto el punto de vista médico, como el quirúrgico, como la repercusión social y personal de la patología de la cabeza y cuello son importantes para atender y cuidar apropiadamente a nuestros pacientes. Sin olvidar, claro está, a los odontoestomatólogos, periodoncistas, ortodoncistas y odontopediatras con los que trabajamos en estas tareas. En este blog describimos situaciones clínicas, informamos sobre tratamientos, y reflexionamos sobre lo que significa ser médico y cirujano maxilofacial en estos tiempos de cambio y avance continuo. Todo el equipo del Servicio de Cirugía Maxilofacial estaremos encantados de atenderte.

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