Alergia y bullying

En entradas anteriores hemos hablado sobre la alergia y la vuelta al cole. Hemos sido padres precavidos y tenemos preparada la medicación; a los profes, informados sobre la alergia del niño, y el cuento de Blancanieves y el príncipe adrenalín en la mochila para advertir a todos los compañeros de lo especiales que son nuestros enanitos alérgicos, pero… ¿y qué pasa si nuestro hijo no tiene tres años sino 15 y nos pide "que no le contemos cuentos chinos"? ¿Qué hacemos? ¿Cómo se sienten los adolescentes con alergias alimentarias? ¿Cómo lo llevan?bulling y alergia

Puede parecer algo increíble, pero los niños con alergia alimentaria tienen más posibilidades de sufrir bullying que los que no son alérgicos. Sobre este tema tan delicado nos advierte la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP): http://www.seicap.es/es/los-niños-con-alergia-alimentaria-tienen-más-riesgo-de-sufrir-bullying_45971.

El pasado mes de julio pudimos leer en las noticias que, en un colegio de Londres, un niño de 13 años alérgico a los lácteos moría tras comer un sándwich que tenía (sin que él lo supiese) una loncha de queso colocada por otro compañero.

Y uno se pregunta:¿cómo puede ocurrir tal suceso? ¿un compañero que sabía que el niño era alérgico a los lácteos y le puso el queso a propósito para que le diese una reacción? Simplemente, inaceptable.

El bullying se ve cada vez más en las aulas y debe frenarse, sean o no los niños alérgicos. Es fundamental que los padres sepan qué está ocurriendo y que el colegio adopte medidas de prevención. Por eso, la educación que se imparta sobre la alergia en las aulas cobra un papel tan importante. Se debe garantizar un entorno seguro para todos los alumnos alérgicos, independientemente de la edad que tengan.

Hablar con nuestros hijos adolescentes sobre su alergia es fundamental. Que entiendan lo que implica saltarse las normas o las dietas. Debemos evitar que se sientan aislados y procurar que hablen sobre su alergia con naturalidad y sin vergüenza, tanto a los profesores como a los amigos y compañeros.

Educar desde la prudencia y no desde el temor hará que los niños alérgicos compartan con normalidad las actividades y fiestas que realicen el resto de sus compañeros.